¿Se puede ser mamá, esposa, emprendedora, fundadora de un colegio, liderar un centro de emprendimiento y aún tener energía para soñar?
Christine Wilson es prueba viviente de que sí se puede… pero no todo al mismo tiempo, y no sin crisis, intención ni valores.
En el más reciente episodio de 3, 2, 1 ¡AL AGUA! 💦 tuve el privilegio de conversar con una mujer que ha hecho del emprendimiento una extensión de su propósito de vida. Christine Wilson no solo ha construido negocios exitosos junto a su esposo, Phillip Wilson (fundador de Ecofiltro), también ha sembrado valores sólidos en su familia y ha transformado su entorno con proyectos que nacen desde el corazón y el compromiso social.
Christine nació en Guatemala, pero fue en Estados Unidos donde estudió y formó una parte clave de su visión de vida. Allá conoció a Phillip, su esposo y compañero de ruta, con quien más adelante regresaría a Guatemala para construir no solo un hogar, sino un modelo de liderazgo familiar y empresarial.
Su primer paso como emprendedora surgió durante el embarazo de su primer hijo. Como muchas mujeres, pensó que debía frenar su ritmo. Pero fue una conversación con una amiga en California la que sembró otra posibilidad: emprender. Así comenzó su camino en el mundo del fundraising, apoyando a organizaciones sin fines de lucro a recaudar fondos y movilizar apoyo para sus causas. Fue ahí donde Christine descubrió su capacidad de liderazgo y conexión con las personas.
Al regresar a Guatemala y establecerse en Antigua, Christine notó una necesidad real: un centro educativo con estándares internacionales, visión global y enfoque humano. Esa observación, combinada con su amor por la educación, la llevó a fundar el Antigua International School, es una institución internacional, sin fines de lucro, ubicada en Ciudad Vieja (Antigua Guatemala). Fundada en 2011, actualmente ofrece educación desde niveles preescolares hasta bachillerato (K–12)
Campus moderno de más de 6 acres inaugurado en 2015: incluye laboratorios, estudio de arte, cafetería, jardines, espacios deportivos, teatro para proyectos artísticos y makerspace
No se trató solo de abrir un colegio. Christine creó una comunidad educativa donde los valores son tan importantes como el conocimiento. A lo largo de los años, AIS se ha consolidado como una institución de referencia en la región, y eso es reflejo de un liderazgo coherente, comprometido y profundamente ético y siempre manteniendo la visión: formar pensadores críticos, ciudadanos éticos y líderes comprometidos con el servicio. Su misión es “guiar a los niños a perseguir su más alto propósito ético” mediante un currículo global y una comunidad inclusiva
Para muchos, la pandemia fue un tiempo de pausa. Para Christine y su esposo Philip, fue un momento de reinvención. En plena crisis global, dio a luz su segundo gran proyecto: El Cubo, un espacio de coworking, oficinas y eventos diseñado para emprendedores, creativos y profesionales que buscan algo más que un escritorio: UNA COMUNIDAD
El Cubo no es solo infraestructura; es un símbolo de cómo los emprendedores pueden transformar su entorno si tienen el valor de crear incluso en medio del caos. Christine creó este espacio para cultivar ideas, fortalecer redes y apoyar a quienes están dispuestos a construir desde el propósito. Además, es un espacio para eventos corporativos, conversatorios, networking, exposiciones y talleres. Ya congrega a más de 35 empresas y ha sido sede de más de 500 actividades, generando más de 100 puestos de trabajo directos y consolidándose como un hub dinámico.
Demostrando una vez más que de las crisis también pueden salir negocios 🌟
Uno de los temas más poderosos de esta conversación fue el de emprender en pareja. Cuando ambos son líderes, creadores y soñadores, también hay desafíos: comunicación, paciencia, perdón, empatía.
Christine comparte cómo han tenido que aprender a ser equipo dentro y fuera de casa, a respetar sus individualidades y sobre todo, a construir una relación basada en la amistad y el compromiso. Entiende que el amor no es estático, y que un matrimonio sano es, en sí mismo, un legado para los hijos. Christine y Phillip, su esposo, no solo han creado dos grandes emprendimientos —Ecofiltro y Antigua International School—, sino que han construido un matrimonio donde el amor ha tenido que ser acompañado por trabajo emocional, decisiones conscientes y comunicación constante.
Aquí algunas ideas valiosas que se desprenden de la experiencia de Christine:
El respeto no es opcional, es el cimiento.
No siempre estarán de acuerdo. Y no tienen que estarlo. Pero el respeto mutuo —en decisiones, espacios, horarios y puntos de vista— debe ser inviolable.
No des por sentado a tu pareja.
El rol del otro importa. Reconocer su esfuerzo, su crecimiento, su cansancio… es clave para no desconectarse emocionalmente.
Las crisis no destruyen; revelan.
Tanto en la empresa como en casa, los momentos difíciles muestran quién eres. Si logran mantenerse unidos en la tormenta, serán imparables en la calma.
Perdonar rápido, asumir menos.
Christine insiste en esto: “No asumas lo que tu pareja está pensando. No guardes rencor. Perdona, habla, sana.”
Sean amigos, no solo socios.
Las empresas pueden quebrar, los proyectos cambian… pero si son amigos de verdad, podrán reinventarse cuantas veces sea necesario.
Christine no romantiza el emprendimiento. Reconoce que ser mamá, esposa, socia y emprendedora no es un equilibrio perfecto, sino un acto diario de ajuste y atención.
Pero también afirma con claridad: “Un matrimonio sano es el mejor legado que puedes dejarle a tus hijos.” Porque los niños no crecen por lo que les dices, sino por lo que ven. Y cuando ven a sus padres trabajando juntos, perdonándose, respetándose y escuchándose… ellos aprenden a hacer lo mismo en su vida adulta.
Hoy, Christine vive una etapa distinta: sus hijos están grandes, graduados, y ahora el reto es pasar la estafeta. Pero no cualquier estafeta. No se trata de heredar empresas, sino principios. No de abrirles puertas por su apellido, sino de enseñarles a ganarse cada oportunidad.
Critica con claridad una práctica común: incorporar a los hijos en puestos directivos sin experiencia, lo cual —según ella— desmotiva al equipo y atenta contra la ética empresarial. Christine apuesta por una crianza basada en el ejemplo, en la coherencia, en enseñar a vender ideas y valores antes que productos.
“Tus hijos no hacen lo que les dices, hacen lo que ven”, dice con contundencia.
“La mejor herencia es un matrimonio sano, una vida con propósito y la libertad de decidir con responsabilidad”.
Christine nos recuerda que el liderazgo no nace en el éxito, sino en la adversidad. Cuando todo va bien, es fácil sostener una empresa, una familia, una relación. Pero cuando todo se tambalea —la economía, la salud, los ánimos— es ahí donde se revela de qué estás hecho.
Y eso aplica tanto a las mujeres líderes como a los padres, las parejas y los equipos. El liderazgo no tiene una sola forma, pero sí pilares comunes: perseverancia, tolerancia, escucha activa, visión… y valentía para seguir soñando sin pedir permiso.
📢 🌿 Los sueños no se heredan, se construyen… y que el verdadero liderazgo empieza en casa.