Algo sobre lo que he estado hablando, leyendo y experimentando mucho últimamente es la zona de confort. ¿Qué es realmente nuestra zona de confort? Para empezar utilicemos el diccionario para definirla: La zona de confort es un estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de “ansiedad neutral”, utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo (White 2009).

Me parece interesante lo siguiente: Ansiedad neutral y rendimiento sin sentido del riesgo. Es decir, vivimos todos los días sin ansiedad y sin arriesgarnos a algo nuevo. Para muchos esto puede ser un estado de vida normal, pero para otras personas, como yo, esta zona de confort se llama mediocridad. En mi forma de ver las cosas, salir constantemente de esta zona es utilizar todos los días nuestra mente y forzarnos a hacer cosas que nos ponen al límite. Para cada quien esto tendrá un significado diferente. Me refiero a probar cosas nuevas, creativas, que no estamos acostumbrados a probar.

Un ejemplo muy común, en especial para mí, es que no me gusta hablar en un vuelo. Usualmente me pongo los audífonos y no entablo conversación. Pero esto puede estarnos limitando, evitando un posible negocio, amor, amigo, etc.